En cambio, el traje femenino se complicó, especialmente las faldas, que adquirieron un gran volumen gracias a la adición de un armazón de alambre llamado guardainfantes. En la mujer volvió un tipo de verdugado llamado miriñaque (panier en francés), con un armazón de cinco aros, sobre el que iban unas enaguas con volantes y fruncidos. Otro nuevo elemento de moda fueron las máscaras, que servían tanto para mantener el anonimato como para proteger el rostro de los elementos.