Así, en los años 1920 se impuso una estética andrógina de formas planas y rectilíneas, con vestidos cortos de cortes rectos, con cierta inspiración en el cubismo y el art déco, los estilos artísticos del momento. Otra de sus señas fue la utilización del punto para la confección de vestidos y prendas de vestir, hasta entonces reservada a la ropa interior.